sábado, 31 de marzo de 2012

Querido...


Hoy he intentado escribirte algo, pero ha sido imposible.
A veces el vocabulario tiene deficiencias, huecos imposibles de llenar.
Se me caen las vocales al hablar, son palabras mutiladas las que se me escapan,
los paréntesis no ayudan, y todo suena a lo mismo:
Bla, bla, bla…
Hoy es uno de esos días en los que debería guardar silencio pues mis palabras no alcanzan su belleza, pero no puedo, mi interior grita, mis palabras resurgen con fuerza, igual que mis recuerdos, y mi tristeza, esa que acallaba con engaños infantiles a mi corazón. Y es que a veces tengo la sensación de que mis palabras son aves que emigran de un lugar a otro de mi ser para adaptarse al clima de mis sentimientos.

Cuando me pongo delante de la pantalla sobre la cama, me quedo en blanco, entonces cierro los ojos y busco detrás de los párpados. Busco letras pero no encuentro palabras, y es que escribir delante de una pantalla me sigue pareciendo artificial, frío, debo de ser una chica clásica a la que le gusta el olor a tinta de mi boli Bic (aunque no mi letra con ella)
Dicen que la imaginación siempre escribe historias bonitas, así que procuro dejar esparcidas todas mis ideas sobre la alfombra, rebuscando en ellas no encuentro certezas, tan sólo intuyo el camino, y parece ser que no quedan más que bombillas rotas esta noche.
Espejos, silencios, razones que se quedan colgando como siempre. Y aparece un abismo que se abre en mi corazón cuando no consigo expresar lo que siento con las palabras adecuadas, aunque estén ahí, esperando a que las tome entre mis dedos y te las ofrezca.

Entonces siento desde la nuca que me arrancan las ideas y me sonríen desde arriba.
En estos momentos suelo buscar una canción que recubra cada parte de mi cerebro y no paro de escribir mientras dure la canción, poniéndole banda sonora a estos momentos. Así que voy preparando la música para que las palabras fluyan con naturalidad, esas son las mejores siempre.
Quizás lo hago para no dar importancia a lo que siento, darle otro registro a mi voz, o para envolverme de algo que no me deje escuchar mis pensamientos. En medio de todo esto, de nuevo mi corazón se llena, mis ojos vibran y mis manos sienten la necesidad de hacer una melodía con las letras del teclado, como quien recupera una vieja adicción.
Busco en el interior del cajón de las buenas costumbres y sólo hallo humedecidas las metáforas que antes me acunaban, están ahí, latentes, silenciosas y esperando a que pase la corriente, ahí es cuando me arranco el corazón y lo deposito sobre la palma de tu mano para que lo veas latir.
¿Acaso me tiene que preocupar? Después de todo, siento que vivo en un videojuego de los 80, y nadie debe comprometerse en un juego si no sabe como jugar. Nadie debe querer a una persona si no se tienen agallas, y menos cuando hay algo luminiscente que debe abrirse paso. Nunca abandoné los extremos, soy incapaz de volverme templada, me gusta la gente sólo cuando es de verdad, aunque también es cierto que las mentiras siempre dan pistas de por donde irán los tiros mañana.
Ya ves, son demasiados años y pocas cosas que me llegan, pero entre ellas te encuentras, aprendí a levantarme rápido y olvidé ponerme pomada en las cicatrices.
Son 26 años que a veces me parecen siglos, y otras sin embargo, segundos. A los 16 ya tenía 90 y ahora estoy volviendo de nuevo para atrás. Por eso tengo que confesarte que a veces no quiero ni verme, no me soporto, me daría dos tortas y cambiaría esta cara tan expresiva que tengo. Pero dicen que puede más la maña que la fuerza, y yo pienso ser más lista que tú, Maldita Rutina, pues también pienso que las lunas llenas dependen de las ganas, y como siempre es más atractiva la ilusión, pienso que tampoco hay que contarlo todo. Porque sino todo se irá apagando, y a su vez mostrando lo que realmente había escondido. Felicidad agónicamente puntual entre destellos de limpia luz espontánea, pues donde la luz es más brillante, las sombras son más oscuras. Todo ello compartiendo página con la suplicante decadencia del dolor, con el ocaso de la verdad oculta.
Yo ya he perdido el miedo a volar, aunque parece ser que tengo prohibido el cielo. ¿Prohibiciones? ¿Y qué es eso? ¿Desde cuándo se obedece lo prohibido? Así que me digo a mí misma No lo pienses, hazlo!
Después de todo, saber construir y reconstruir emociones, y no desecharlas en ruinas abandonadas siempre ha sido uno de nuestros platos fuertes.

Y yo no quiero convertirme en la chica de los ojos oscuros, mirada fría y sonrisa amarga, quiero acertar de pleno en el punto G de mi diana, pidiendo socorro a besos. Mañana los cardenales tan solo serán mis ojeras. Y es que no puedo sólo escribirte, ni hablarte, y las miradas no bastan, nada es suficiente cuando revuelves de esa manera el decorado de mis interiores. Te llevo adherido a mis recuerdos y aunque mis piernas sostienen muchas dudas, también lo hacen con muchos deseos.

Besos desde el sueño.

Viejos Fantasmas


Nostalgia… 
Hoy se ha apoderado de mí, así, despacito, sin llamar a la puerta y sin pedir permiso. 
Se coló por mi ventana, me vio dormida y se metió sigilosamente bajo mis sábanas. 
Desperté en el momento preciso en el que se acomodaba a mi lado, a menos de 2 milímetros de mi conciencia. Me hizo un ademán de silencio y pensé que tal vez podría ayudarme a encontrar la mitad de mis miedos… así que esperé con lágrimas en las entrañas y finalmente se apoderó por completo de mí. En cuestión de pocos segundos me encontré vagando por oscuros callejones de recuerdos por donde nadie con dos dedos de frente osaría tan sólo a poner un pie.



Me sentía sumergida en un agujero negro con ascensor hacia el infierno, pero nunca el infierno había resultado tan tentador.

De repente aparecieron miles de sentimientos eyaculados sobre falsas expectativas e inconscientemente me dejé llevar por ellos en silencio, escuchando miles de voces que hacían eco al unísono en el interior de mi cabeza, no me decían nada pero en cierta manera me advertían que la boca del lobo estaba muy cerca.
Mis intenciones, observando desde la cautela pudieron ver como mi inocencia era hecha pedazos por el cascabel de la curiosidad. Aparecieron ante mí, viejas miradas vidriosas, alientos mentirosos impregnados por el olor al que huelen los excesos, todo ello mezclado con cierto aire etílico. Ante ello apareció una conocida boca áspera y sin fuego que me decía: " Vete preparando, porque tengo sed. "

Siento como unas manos gélidas se abalanzan sobre mí, me agarran tan fuerte que me siento inmóvil, totalmente vulnerable y sin ningún tipo de voluntad.
En ese instante un escalofrío involuntario recorrió todo mi ser y no pude evitar que la bilis subiera a mi garganta.


Sentía como si alguien estuviera jugando a las máquinas tragaperras con mi cerebro, hurgando entre mis heridas y ahogando entre sus dedos lamentos del pasado que hacían que me sintiera sumergiéndome desnuda en un mar de lágrimas y recuerdos viudos de caricias, preñados de silencios por todas las cajas de Pandora que una vez se abrieron, y sabiendo que las pesadillas son mucho más crueles cuando son en vida. Sintiéndome como si me hubiera jugado todo a una sola carta y hubiera perdido cuando aún ni siquiera había comenzado la partida.
En ese instante, aprovecho un segundo de tregua y escapo como puedo de este centrifugado de recuerdos, mientras lo hago, una extraña voz me grita: " Nos vemos en las trincheras ", mientras desapareces, la hiel de mi interior muere con tu pensamiento y entonces me despierto, con ojeras de dos noches seguidas y con ganas de arrancar las estrellas y devolverlas al cielo hechas jirones, sin nadie al lado que me dijera cuantos dolores de cabeza necesito aún para olvidarme de aquella violación.
Me siento herida, pero no de muerte. ¿Loca? ¿Insana? ¿Perturbada? Tal vez si, pero no más que el resto, no más que tú y dándome cuenta que la locura es necesaria para sobrevivir en un mundo como este.

P.D. Hay pocos momentos... pero cuando los hay tus alas negras vuelan hacia mí. 

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales

La Mujer del Abrigo Rojo


Se acaba de despertar, aún tiene los ojos ciegos por la luz mientras piensa: “No hay razón alguna para preocuparse. Hoy va a ser un día estupendo, lo intuyo… “
Aún tiene que ducharse, vestirse, desayunar, y salir a la calle. 
El calentador no quiere funcionar bien, siente como los vaqueros están congelados, y la leche tiene un extraño sabor agrio hoy. Pero bueno, no pasa nada, porque Eva está segura de que hoy será un gran día.Se enfunda en su abrigo rojo y nada más salir por la puerta, comprueba que en la escalera se escucha una de las tradicionales peleas de los vecinos, de pronto se oye un estruendoso portazo y al instante una mujer llora. “Demasiada conmoción para estas tempranas horas, pero no importa, hoy es un día radiante.”
El maltratador del tercer piso también debe haberse dado cuenta, aún no se le ha escuchado dar gritos a su hijo. Eva se dijo… “¿Ves? ¡Todo perfecto!”


Baja las escaleras de dos en dos. Posa su pie en la calle y comprueba que la aurora aún va vestida con su traje de noche, en la esquina observa la retirada de las señoritas del placer, ya les toca encaminarse hacia sus lechos, con los andares bien abiertos y observando satisfechas sus colmados monederos.
¡Hola Eva! ¿Mejor de tu resfriado?
Si, si gracias Déborah, mucho mejor ya
Bueno Eva, te tengo que dejar, ¡Que tengas un buen día!
Sigue caminado mientras se auto contesta para sus adentros“¡Por supuesto! Hoy va a ser un día grande”
Acelera el paso, no quiere llegar tarde al trabajo. Mientras atraviesa la vieja plaza para atajar, se encuentra a dos ancianas, una de ellas arrastra un bastón casi tanto como lo hace con sus propios pies ya sin apenas fuerza, la otra, es seguida por un esquelético perro con problemas de visión mientras tose amargamente sobre un maltrecho pañuelo de papel. 
Eva las observa y se dice para si… “Es evidente que la vida no es infinita y que estas ancianas lo pueden palpar día tras día, ya han vivido muchos años, y la columna vertebral no permite demasiada dignidad pasado cierto tiempo.”
La segunda anciana tira al suelo el sucio y aprovechado pañuelo y a lentos pasos siguen caminando hasta desaparecer por completo de la perspectiva de Eva, que se estaba dando cuenta que ese día el cielo estaba poniendose de un azul precioso, timidamente bañado por tenues tonos solares que dejaban intuir que en breve quedaría como resultado un atractivo día.

Llega a la estación, piensa que a pesar de ser el idílico lugar de los desencuentros, ese día se respiraba otro ambiente, que el lugar poseía hoy un color distinto, más vivo, menos gris. Se notaba que la gente no iba con las malas caras de costumbre, no había codazos, empujones ni caras ojerosas y del mal humor tan habituales a esas tempranas horas. Todo lo contrario, todos los rostros que observaba eran frescos y agradables. Eva se sentó, y comprobó que en frente suyo se sentaba una típica pareja. Una pareja que desprendía pasión, amor, ilusión y que demostraba un enamoramiento y una admiración ciega del uno por el otro. El se lo demostraba a ella observando babeante los glúteos ajenos, que subían y bajaban de los trenes, sumergiéndose en los escotados vestidos de las jóvenes azafatas. En ese momento, Eva escucha como la mujer le recrimina a su pareja
Cariño deja ya de babear por cualquier nalga que se mueva…

En ese momento Eva comprueba que ha llegado a su parada, se baja, y mientras camina observa que el rostro colorado del hombre da señales de estar reprendiendo con enfado y cierto desdén a la mujer. Eva murmulla a la par que se aleja “Hasta luego pareja!”
En su empresa se trabaja bien, 8 horas diarias, turno seguido, atender llamadas de clientes, comprobar facturas, terminar presupuestos, confirmar reservas… 
En la oficina contigua escucha voces e insultos del director mientras llama entrar a su despacho a una tal Isabel… Eva nota como la chica nueva está inquieta y piensa… “Está asustada la pobre, aún no está acostumbrada a las peticiones y enfados de los directores… pero pronto se habituará y cada día le resultará más fácil postrar sus rodillas en el frío mármol y agachar la cabeza mientras un superior se desahoga con ella…”

La jornada laboral pasa lenta, demasiado lenta para un día tan grande como el de hoy, y Eva continua con sus quehaceres, archivando pilas de papeles y sin parar de atender el ya humeante teléfono. De pronto mira el reloj, “¡Las 3 de la tarde!”. Apaga el ordenador, y se dirige de nuevo hacía la estación. Una vez allí, busca con la mirada a la pareja de enamorados, pero no la ve por ninguna parte, así que imagina que él le está comprando un precioso regalo lleno de arrepentimiento mientras ella quizás le esté esperando con ansias dentro de la cama de su mejor amigo.
Cruza de nuevo la ya tan familiar plaza, las dos ancianas y el chucho también se han esfumado, puede que el perro haya acabado con la vida de la anciana siendo conocedor que no le quedaba ni un invierno más. Aunque también puede ser que aquel boleto de lotería premiado del suelo en realidad no estuviera tan perdido…

Vuelve la esquina de camino a casa, y comprueba como Déborah acaba de subir a una cochambrosa furgoneta. Abre la puerta del portal y mientras sube al ascensor siente en su boca un conocido sabor a impaciencia. Cuando su frágil dedo se posa en el circular botón escucha los gritos del niño del tercero“Es Lunes, ¡Demasiado ha tardado esta escena!”Según va subiendo plantas siente discutir a la vecina. Una luz verde, le indica que ha llegado a su piso, abre la puerta, se despoja del bolso, los zapatos, y se quita su abrigo rojo. Enciende el contestador. “Nada, que maravilla…”
Entra al cuarto de baño, deja correr el grifo comprobando que el calentador funciona de nuevo. Mientras se desnuda piensa que hay que comprar jeringuillas nuevas. Empieza a sentir como por fin el agua caliente comienza a regar su cuerpo desnudo, se enjabona, “Mmm… que bien huele el nuevo gel”.
Se seca con su sedosa toalla roja, le gusta sentir el roce suave por su impoluta piel, se sienta en el borde de la cama, desnuda… Se prepara un chute y piensa… “¿Ves? Un día perfecto!”



Queda tanto por decir... que enmudezco. 

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales

A tu lado

Hoy vengo cargada con todas las respuestas en la punta de la lengua, con un par de décimas de fiebre y sintiéndome como si me estuviera asomando a un gran acantilado, pero dispuesta a hablar sin rayarme demasiado, así es como tengo que hacerlo.

Vengo decidida a realizar la autopsia al destino, ese destino que resulta tan efímero como fijar la mirada... y sabes qué? No habrá juicio final... No tendría sentido, porque los errores de tu vida son en realidad lo que les dan más sentido.

Claro que tengo preguntas, pero no me importan las respuestas, tan solo las dejo llegar... Soy incapaz de vivir detrás de una serie de reglamentos intraducibles, si lo hiciese me sentiría como una piscina ya vacía... Pienso que este es uno de los principales motivos para que el suicidio se convierta en uno de los puntos débiles de mucha gente. Pero las cosas no se acaban, son las personas las que van y vienen.

Yo soy de esa clase de gente a la que le gusta siempre tomar el camino alternativo, debe ser que siento un cierto placer a llevar la contraria, es algo que no puedo evitar, siempre he odiado más lo obligatorio que lo prohibido. Quizás sea yo la que persiga nubes de humo con las manos abiertas, pero me niego a vivir con la resignación de sentirme tan solo una belleza imperfecta ante el espejo, no quiero que mis ojos se conviertan en un decorado vacío.

Antes pensaba que el mundo se dividía entre personas optimistas y pesimistas, pero me he dado cuenta de que no es así, el mundo se divide entre los que están o no enamorados. Porque pienso que el amor, o es hasta las trancas o es un contrasentido.

A menudo me gusta evadirme de todo y pensar en todos los lugares a los que no regresaré jamás porque una vez ya estuve allí y fui feliz en ellos y temo a que nada lo iguale. O en esos besos en el portal paterno que me sabían a la última cerveza que se pide antes de que cierre el bar. En cómo te quedabas observándome en silencio mientras yo me sentaba en el suelo de nuestro ático a escribir historias sin principio ni final. Historias que siempre me trasladan a ese lugar en el que siempre nos encontramos en el interior de mi subconsciente, donde me dices cosas que sé que jamás oiré de ti.

Le tengo muchísimo aprecio a todas mis cosas, por eso a cambio de un guiño te las regalaría todas sin dudarlo solo un segundo. Mientras, seguiré pegándole vueltas a lo incomprensible, pero en esta ocasión parece que ya descubrí mi lugar, y es a tu lado.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales


Pesadillas

He tenido excesivas pesadillas en los últimos tiempos, demasiadas como para tener miedo a la hipocondría a estas alturas. 
A partir de ahora, cada vez que tenga alguna pesadilla no gritaré 

Ahora me dedico a escribir mi propia Biblia, y ni por esas entristezco. A pesar de que vivo en el Paraíso de los pies fríos y los labios morados de pedir perdón (y otras cosas).

Ya que te asomas a él, tengo una ventana bien grande a la que echar las culpas de mi impaciencia.

Ahora cada día resulta un experimento, por eso te invito a venir conmigo al mundo de los ideales, está justo aquí al lado, a nuestros pies, siempre un poquito a la izquierda, cerca del suelo.

El destino fue en su momento revelado. Si aceptas la invitación, la paranoia y la angustia quedarán atrás, veladas…. También lo harán las sábanas limpia-lágrimas y las almohadas ahoga-llantos de ojos ciegos que lloraban por verte. Aprovecha ahora que tengo exceso de confianza, aprovecha porque no sé cuanto me durará esta euforia, este disparatado intento de darle sentido a nuestra vida.

Aquí es todo mágico, y quiero guardarlo en los cajones de mi memoria. Hagamos miles de planes, cumplamos tan solo los que podamos, el caso es movernos.

No esperaré que cada uno de nosotros se comporte como correpsonde a sus personajes.

Llenaremos de apuntes los cuadernos que nadie se molestará en leer jamás. Disfrutaremos de la delicia del silencio acompañado. Destrozaremos las putas margaritas con cada corte de mangas.

Es maravilloso que nada sea definitivo, que exista el delicioso derecho cambiar de opinión…

Si una cosa tengo clara es que no quiero pertenecer a ese tipo de personas que viven siempre en la sala de espera de la felicidad. A esas personas que siempre portan miradas mordaces y se encuentran atrapadas en sí mismas. personas que no son capaces de mantener la boca cerrada, pero si el culo bien apretado y repleto de absurdos prejuicios. Vale ya de corrupción camuflada de personas formales, todo está montado por una gran compañía de teatro, pero no se dan cuenta que actuar no sirve de nada. Para ellos los clavos ardiendo ya resultan casi hasta confortables. La vieja Europa se tambalea y nosotros saltamos. Eso de jugar al ratón y al gato con el tiempo es algo que nunca me ha llamado demasiado la atención, llega un momento en que ya no estás segura de quien es el ratón y quien es el gato o donde se encuentra la salida para poder salir a respirar un poco de aire fresco.

Yo prefiero sentirme un poco yonki, un poco alcohólica, un poco sucia… Después de todo,  todo artista tiene su camerino donde reposar…

Nosotros ya hemos habitado la lisergia, y añoramos ahora la humildad.

Aunque ando desorientada por estos páramos de penurias mentales, siento la necesidad de pegar estas bocanadas cargadas a partes iguales entre furia y ternura.

Esto es solo el avance del incio de un libro, una revisión de los pasados sucesos sin mentarlos. Ya regresaré a escribir los mandamientos decisivos.

Aunque ya sabes que me gusta dedicarme a escribir historias sin principio ni final…






Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.   

Una Pasión y su Remolino de Emociones


A pesar de la página muda y palabras que no llegan, aquí estoy yo, con un armario lleno de disfraces y dispuesta a venir desnuda.
 Pero parece ser que hoy la inspiración no está conmigo, y eso que la noche siempre me regala las ideas más claras.
No sé si lo que en este momento anega mis dedos es una especie de sudor nervioso o mis lágrimas, que ya no saben por donde salir.
 Llevo varias horas intentándolo y las musas siguen sin aparecer, y eso es algo que me angustia bastante, pues en ciertos momentos no hay mejor terapia que de la de dejarse zambullir por el inquietante mundo de las palabras.
 Cuando la fortuna me acompaña y lo consigo, siento como mis vasos sanguíneos se dilatan y me introduzco en una especie de coma profundo. En esos momentos acabo dejándome llevar y mi cabeza comienza a derramar cantidad de ideas inconexas sobre ese ambiente ideal que trae la madrugada, entonces voy juntando letras con las que después poder hacer collares de palabras.
 Sin embargo, otras noches el cielo parece dar la espalda a las estrellas, en estas noches, la musas deben irse de juerga demostrando un egoísmo insaciable servido en bandeja de plata, y dejándome aquí sola. Cuando esto ocurre, muchas evidencias pasean por mi mente, pero falta un pequeño elemento, hay una pequeña tara, y es que los ecos del silencio rebotan en las paredes huecas de mi memoria.
 Frustrada, intento buscar consuelo en las miradas cómplices de mis recuerdos, mientras mi subconsciente se decide a hacerme encender un cigarrillo y distraída me quedo observando ese humo bendito que brota de mis labios.
Hay momentos que me gusta fumar en silencio y pensar mientras fumo, durante estos íntimos momentos, el cigarro se convierte en el ideal compañero de mis letras, fiel testigo de mis escritos. Es entonces sin apenas darme cuenta cuando mi interior grita, y arrastrando aún pequeños restos de fe, mis pensamientos hasta entonces sumidos en su más profunda vigilia, comienzan a pasear por mis labios entre un mar de sonrisas prohibidas y lágrimas muertas, mezclándose así con las huellas de tus besos.
Pero tú no ignoras que posees el don de poder desnudarme y vestirme en un solo segundo, sin siquiera ser necesario que estés a mi lado. Sabes que bajo la falda de mis sentimientos nunca hubo tejidas barreras.  

 Aprovechando que la inspiración no dura eternamente, me decido a encerrar bajo siete llaves blindadas mis miedos y temores, y me decido a gritar aunque tenga que tomar la voz prestada.
 Hay quienes opinan que soy demasiado transparente, y quizás tengan razón. Me desnudo totalmente, me descubro por completo y ventilo el decorado de mis interiores a los cuatro vientos.
Es algo que no puedo evitar, quizás se deba a que en realidad soy algo exhibicionista.
No dudes que si pudiera elegir entre ganar el Nóbel de Literatura o seguir follando pasados los noventa, cambiaría sin dudarlo ambos honores a cambio de tener un pequeño resquicio dentro de tu complicada vehemencia.
 Odiaría llegar a convertirme algún día en un simple cuerpo sin ilusiones de pasiones dormidas, aunque para evitarlo tenga que terminar arrastrando mis ilusiones por interminables aceras en obras. Ya sabes que pienso que cierto grado de sufrimiento es la máxima expresión de belleza, o al menos es más bello que olvidar, pues creo que la memoria es el único paraíso eterno.
 Recuerdo cuando aún era pura ingenuidad con dos coletas, cargada de ilusiones e inocencia en las rodillas, en aquella época pensaba que todo el mundo era feliz tan sólo porque yo lo era, entonces no podía ni imaginar que las palabras pudiesen llegar a doler tanto.
Ahora estoy harta de jugar con reglas que nadie ni siquiera se ha dignado en explicarme, pero comprendo que esa es la única manera que conozco de poder saborear ese gusto agridulce de la vida. Y es que aún hay algo que me hace levantarme todos los días. Mis sueños incompletos.
 Me da miedo llegar un día y verlo todo sin tiempo para soñar, sin ganas para follar…
Y al decir esto, no pienso en príncipes azules de usar y tirar que tan sólo me prometan besos de algodón, y que no sepan como me llamo después de las doce.
No quiero llegar a convertirme en una de esas mujeres faltas de amor, buscadoras de sensibilidad, con el alma dormida y la puerta de sus piernas siempre abierta, con ojos de mirada arrasada y manos desgastadas por dedos traicioneros, que terminan convirtiéndose en esclavas del hábito.
 Yo no quiero terminar así, tú lo sabes mejor que nadie, soy inconformista y soñadora,  inaccesible para quien no tenga la llave, nunca dispuesta a ponerme máscaras, y siempre a la espera de milagros.
 Pero siento que ambos hemos llegado juntos a la cima, y tenemos un par de billetes al país de los mejores sueños, los nuestros. Allí no nos espera un ático con ascensor y con las mejores vistas, pero podremos correr desnudos por un bosque repleto de ilusiones. Será un lugar donde los sentimientos sean respetados, donde las pasiones serán mejores que el dinero. Así que todo lo demás, nos sobra.
PD: Al despertar, recupero la cordura… y la tristeza de haber perdido la demencia.

  
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