Hoy quiero compartir con vosotros un pensamiento que me vino
hace unos días, cuando escuché una conversación que no debía entre dos personas cercanas a
mí.
Persona nº1: ¿Te has arrepentido de algo en tu vida?
Aquí yo esperaba escuchar un:
- Sí, de cuando….bla bla bla.
O quizás un:
- No, soy lo que soy gracias a mis actos pasados y no me arrepiento de ninguno.
Sin embargo, la respuesta no fue ninguna de las esperadas, sino:
Persona nº2: Sí, me arrepiento quizás de muchas cosas que no he hecho.
Aquí yo esperaba escuchar un:
- Sí, de cuando….bla bla bla.
O quizás un:
- No, soy lo que soy gracias a mis actos pasados y no me arrepiento de ninguno.
Sin embargo, la respuesta no fue ninguna de las esperadas, sino:
Persona nº2: Sí, me arrepiento quizás de muchas cosas que no he hecho.
Ésta me pareció la respuesta más triste que pude escuchar y me impactó
enormemente.
Y es que, en esta vida todo tiene un precio, tanto lo que hacemos como lo que
dejamos de hacer.
Cuantas más vueltas le daba a esa respuesta, mayor era la
dimensión que adquiría. Hasta que llegué a la conclusión, que hay personas que
se quedan paralizadas por el análisis. O lo que es lo mismo que dedican
demasiada parte de su tiempo en analizar la repercusión que pueden tener sus
actos, y eso puede llevarles a perder oportunidades únicas y a convertirlos en
personas atemorizadas por el miedo a dar un paso en falso.
Sin darse cuenta, que pensar demasiado que todo tiene un precio, se puede
volver en su contra y convertirse en su peor enemigo. Pues acabará pagando el
mayor precio posible, no hacer nada.
Es cierto que en la vida no existe la opción de "Control + Z", no hay opción de volver atrás, pero hay ocasiones en que la vida nos empuja a mojarnos el culo, a arriesgar, a
posicionarnos, a jugarnos el todo por el todo, a ser valientes.
Quizás en alguna ocasión podamos pasar a convertirnos en uno más de tantos valientes que
llenan los cementerios de todo el mundo, pero también de los que cayeron
orgullosos de defender su forma de pensar y fueron consecuentes con ella.
Cualquiera de las dos opciones sería aceptable, porque para mí, lo más triste sería llegar al final de mis días
arrepintiéndome por las cosas que no he hecho, por las cosas que he dejado de vivir.
No arriesgar en la vida, significa matar la ilusión de sentir que he vivido
No arriesgar en la vida, significa matar la ilusión de sentir que he vivido
Ya lo dijo William Shakespeare "Nuestras dudas son traidoras y nos hacen perder lo que, con frecuencia podríamos ganar por el simple miedo de arriesgar". o lo que es lo mismo "Quien no arriesga un huevo, no gana un pollo".